Durante los últimos años, la
escuela y sus principales actores se han visto irremediablemente involucrados
en una serie de críticas pedagógicas, sociales, políticas, culturales y
administrativas que para beneficio de todos han reorientado la actividad
formadora de docentes, estudiantes y padres de familia. Si bien, hoy nos queda
claro que las fallas de la escuela van desde el autoritarismo, el centralismo y
la idea obtusa de que su principal función es transmitir conocimientos,
preguntas y respuestas correctas, más que asegurar la comprensión y aplicación
o uso activo del conocimiento, también es cierto que discretamente ha crecido
de modo desmedido una tendencia de los educadores a sobrevalorar el fenómeno
del aprendizaje, y ello ha provocado una serie de problemáticas, tanto en la
actualización de los recursos docentes, como en la metodología didáctica a
implementar en las aulas escolares. El concepto de aprendizaje se genera desde
la raíz del ideal educativo, lo obvio necesita ser reiterado: No puede haber
educación sin aprendizaje. Aprendizaje es la condición necesaria, empero tal
vez no suficiente, de todo proceso educativo.
Dada la profusa producción
pedagógica actual, la conformación y delimitación de las "corrientes
pedagógicas contemporáneas", resulta urgente e imprescindible para poder
incorporarlas al discurso y practica de los educadores. Tal hecho, permitirá la
construcción de un dominio autónomo para la pedagogía, que la dote de un
conjunto coherente de planteamientos desde donde se explique en forma
sistemática, los procesos de información, enseñanza, aprendizaje y educación.
En este sentido, y siguiendo la tradición socrática que sugiere definir los
términos involucrados antes de iniciar cualquier discusión, es necesario
establecer las diferencias y límites entre los conceptos de "pensamiento",
"corriente", tanto "educativa" como "pedagógica",
y de la respectiva aclaración del término "contemporáneo", que
funcione como un marco referencial básico no con el propósito de rastrear su
desarrollo o de analizar a detalle los principales conceptos del saber
pedagógico que ahora nos interesa interpretar y no meramente definir, sino para
identificar el o los paradigmas que los sustentan actualmente o que los
sustentaron en su momento, es decir tener bien claras las cuestiones esenciales
de las corrientes pedagógicas contemporáneas, tales como por ejemplo; ¿cuáles
son los fundamentos filosóficos, epistemológicos y psicológicos que las
sostienen?, ¿qué tipo de interrelaciones establecen?, ¿por qué apoyarnos en uno
u otro paradigma?, ¿bajo que criterios un paradigma se considera
"tradicional" o “caduco”?, y ¿qué factores han constatado la
ineficiencia o caducidad del anterior modelo?.
Ahora bien, con la
pretensión de rediseñar las prácticas pedagógicas y la naturaleza del proceso
enseñanza - aprendizaje, se han fortalecido enérgicamente varias tendencias
contemporáneas del área pedagógica. Estas son consideradas por Contreras y
Cols, (1996) como: "Los campos, corrientes o discursos que expresan, a
nuestro entender, líneas de fuerza en el pensamiento y/o en la práctica
educativa". Es decir. Las "corrientes pedagógicas
contemporáneas" se refieren a los movimientos y/o teorías que se
caracterizan por tener una línea del pensamiento e investigación definida sobre
la cual se realizan aportes permanentemente, y que les dan coherencia, solidez
y presencia en el tiempo a los discursos que la constituyen. Estas
"corrientes" describen, explican, conducen y permiten la comprensión
de lo pedagógico ante las exigencias del contexto y pasan a ser referentes que
modifican los contextos sociales y pedagógicos de la escuela y las líneas de
discurso o de la práctica en que se definen diversas pedagogías.
Estas corrientes constituyen
los discursos actuales, aquí y ahora, sobre el problema de la formación del
hombre, objeto central de la acción pedagógica. La formación, según la
perspectiva de Flórez (1994), "es el proceso de humanización que va
caracterizando el desarrollo individual, según las propias posibilidades; la
formación es la misión de la educación y de la enseñanza, facilitar la
realización personal, cualificar lo que cada uno tiene de humano y personal,
potenciarse como ser racional, autónomo y solidario".
Las corrientes pedagógicas
contemporáneas responden al reclamo social de una formación que les permita a
los sujetos resolver problemas de diferente índole de forma autónoma, esto
significa, poder enfrentar la búsqueda de soluciones, encontrar una respuesta y
tener algún control sobre ésta, dado que en la mayoría de los casos, los
problemas que se presentan implican encontrar respuestas nuevas a preguntas
también nuevas. Por ejemplo, en la educación tradicional, las viejas soluciones
responden de manera simplista o mecánica a las demandas sociales: a mayor
número de solicitudes de ingreso de estudiantes, más instalaciones construidas
y, por ende, más burocracia. Con esta lógica se sigue reproduciendo un modelo
que ha mostrado su insuficiencia al concebir la enseñanza más para sí misma que
para apoyar los requerimientos de formación de la sociedad, en lo general, y de
cada una de las personas.
Los paradigmas educativos no
han tenido un desarrollo sencillo, de hecho su tránsito entre los actores
educativos ha sido en cierto sentido tortuoso por las posturas polares siempre
presentes en el campo pedagógico. Por una parte, se encuentran las
instituciones escolares, que siguen observando hacia el pasado y que se erigen
como defensoras de las tradiciones, con una manera segura y aceptada de hacer
las cosas, y por otra, surgen precisamente estas corrientes innovadoras en
diversos campos, direcciones y visiones, no obstante las prácticas y la
investigación educativa no necesariamente avanzan a la par.
Las repercusiones de las
corrientes pedagógicas contemporáneas van más allá de lo convencional, quizás
su mayor aporte, y a riesgo de cometer una sobresimplificación, la pregunta más
importante que han planteado estas tendencias es considerar ¿si la educación
debe dedicarse a transmitir los saberes científicos establecidos?, o bien ¿debe
preocuparse por desarrollar una nueva forma de concebir y representar el mundo,
más allá de la forma en que inicialmente los alumnos lo ven?
Tenemos ahora una nueva
cultura pedagógica, un nuevo consenso en torno a la idea superada en el sentido
de una pedagogía de corte burocrático, instrumental, procedimental y meramente
técnico o simplemente didáctico. Se han abierto otras nuevas formas de pensar
referente a la pedagogía. Nos hemos contagiado de postmodernidad y hemos
asumido el reto de pensar en la pedagogía desde la pedagogía, La bienvenida de
las corrientes pedagógicas contemporáneas han obtenido acuse de recibido, en
tanto no se hace un planteamiento crítico o se fomenta la investigación
pedagógica autónoma a esta recepción inicial. Las tendencias pedagógicas resultan
descontextualizadas de su original marco de referencia o peor aún, reducidas a
meros componentes didácticos, inventarios decisionales o diseños
instruccionales que a toda costa se pretenden aplicar en los campos de
enseñanza. En consecuencia con las dificultades anteriores, podemos afirmar que
la pedagogía aún no posee un territorio suficientemente diferenciado de las
demás ciencias sociales y/o humanas, cuyo objeto es también el hombre cultural,
aunque no puede excluir sus relaciones con el hombre natural